Las Tres Gracias: Venezuela, Diseño y Política

Este artículo expone mi opinión suscrita a la manera en que veo realidad del país, de la profesión y mis ideales políticos. Los autores que hago referencia al final, excepto mi persona, no participaron en la realización de estas líneas más si en el documento “Venezuela debe ser Diseñada” que plantea políticas para el desarrollo de Venezuela aplicando el diseño.

En la mitología griega las Gracias eran las diosas del encanto: la belleza, la naturaleza, la creatividad humana y la fertilidad. Usualmente se representan en grupos de tres. Fueron varios los artistas quienes las plasmaron en cuadros y esculturas, como Rafael y Rubbens. Hoy es mi imaginación que ve una triada que se dan las manos: la política, el diseño y Venezuela. Pero resulta que no hay tal representación.

Los diseñadores (industriales) somos parte importante del desarrollo productivo de un país, de ahí se explica que los mejores institutos, estudios y profesionales en el área se encuentren en países industrialmente potentes.

Lamento decir que Venezuela, mi país, se escapa de ser potencia, muy por el contrario los indicadores muestran la depreciación de la industria manufacturera criolla. No hay diseño industrial, entendido como tal, sí no hay un aparato económico, social y productivo que respalde el desarrollo de productos y servicios.

Venezuela está llena de creativos con voluntad para ser agentes de cambios y actores sociales que generen alternativas que impulsen mejoras en la calidad de vida. Pero desafortunadamente toda esa voluntad se estanca cuando no se concretan los incontables proyectos de carácater industrial en beneficio de las comunidades. Hoy día lo que tenemos en el país son respuestas basadas en fundamentos de diseño que se adecuan a la escasez reinante.

El diseño industrial venezolano se caracteriza por ser de series cortas y temporales, por usar aquellos materiales y métodos productivos a los que con dificultades se tienen acceso; el diseño es exhibido humildemente por sus propios ejecutores llenos de orgullo; el diseño incluso llega a ser un mero título obtenido en una universidad, pues se hace difícil vivir de expectativas.

El diseño industrial no es parte del sistema actual, no ha sido tomado en cuenta, no se manifiesta y la misma situación lo relega. El diseño industrial per se no forma parte de un país monoproductor y monoexportador. El diseño forma parte  de naciones en donde la industria tenga sustento, seguridad jurídica y crecimiento, tres anclas inexistentes y por ello estamos a la deriva. El diseño forma parte  de las sociedades del conocimiento fortalecida por las Universidades, los institutos de investigación, las consultorías de diseño y los departamentos I+D, que dada la actualidad venezolana está en riesgo su manutención y procreación.

Mi afirmación de “No hay diseño industrial, entendido como tal” se basa en la última revisión de la definición de diseño hecha por ICSID, en la que desacuñó la especificidad y lo generalizó:

El diseño es una actividad creativa cuyo objetivo es establecer las cualidades multifacéticas de los objetos, procesos y servicios así como sus sistemas y sus ciclos de vida vitales de forma total.

Por lo tanto, el diseño es el factor central para la innovación y la humanización de las tecnologías y un factor crucial para el intercambio cultural y económico.

Todos los apellidos del diseño andan afectados por la falta de movilidad del país. El arquitectónico está atascado en redes de cemento retenidos, el urbano está atascado en un desenfreno motorizado, el gráfico está obtaculizado por la falta de suministro de sustratos… y así todos los diseños venezolanos andan tímidamente deambulando en los canales creativos, contenedores de un energía potencial incalculable, que cuando explote Venezuela vibrará con sus creaciones.

Mucho nos preocupa el porvenir de nuestra profesión, por ello algunos nos unimos a  generar un documento en el que se explica la importancia de la disciplina como herramienta fundamental en el desarrollo de la nación.

Haré de conocimiento público con el permiso de los autores, planteamientos realizados en momentos de “escasez política” y que exhibe una posición crítica. Que dicho sea de paso su definición  ha sido desvirtuada  enormemente, por lo que me permito parafrasear el concepto más cercano a la mejor realidad posible.

La política es una actividad de la rama de la moral que se ocupa de resolver los problemas concernientes a la convivencia colectiva de una sociedad libre.

Culmino diciendo que los diseñadores somos políticamente correctos y por ello debemos hacer cumplir nuestra ética.

Seamos cómplices de este documento, con la intención de ser partícipes en una sociedad justa e innovadora. Seamos coautores del progreso del país cuando las oportunidades salgan a flote, haciendo lo que sabemos hacer: DISEÑAR

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