Sarco Pod: diseño, autonomía y el derecho a morir

¿Cómo se diseña la muerte? ¿Y qué dice del futuro un objeto pensado para morir?
En una época donde el diseño se proyecta hacia lo vivible, lo productivo o lo sostenible, el Sarco Pod emerge como una anomalía deliberada. No está hecho para preservar la vida, sino para facilitar su final. No se inserta en la lógica del progreso biotecnológico, sino en el derecho radical a la autonomía.
La muerte —ese umbral habitualmente excluido del discurso del diseño o con aristas sensibles para el proyecto— entra aquí como encargo, como función y como experiencia. Un proceso de diseño que se mueve entre la interacción con los objetos y los rituales. Pero no una muerte clínica, abstracta o negada, sino una que propone una arquitectura del adiós: una cápsula pulida, silenciosa y transportable, fabricada con impresión 3D y pensada para convertirse en sarcófago.
Diseñar para la muerte no es nuevo. Lo que sí resulta nuevo es la forma en que esta cápsula, legal en Suiza, convierte el acto de morir en una experiencia de diseño total: estética, ergonómica, mediada por tecnología y, sobre todo, decidida por la gente.
Tecnología del último aliento
El Sarco Pod es una cápsula impresa en 3D diseñada para facilitar la eutanasia asistida de forma controlada, indolora y sin intervención médica directa. Desarrollado por el médico australiano Philip Nitschke, fundador de la organización Exit International, el dispositivo propone una experiencia de muerte voluntaria asociada al confort y la autonomía personal. Su diseño desafía las prácticas convencionales de asistencia médica al final de la vida, alejándose del uso de fármacos o intervenciones clínicas y acercándose a una experiencia espacial inmersiva. En diciembre de 2021, Suiza aprobó el uso del dispositivo bajo sus leyes de suicidio asistido, reactivando debates éticos y legales en todo el mundo.

Entre lo especulativo y lo ético
Este proyecto se vincula con otras entradas en di-conexiones que abordan el diseño como herramienta de especulación, crítica o intervención ética—por ejemplo, iniciativas en biofabricación, diseño fúnebre o sistemas médicos alternativos. El Sarco Pod puede leerse como un artefacto que cruza límites entre el diseño de producto, la ingeniería emocional y la arquitectura de experiencias liminales.
El inventor de la autonomía final
Philip Nitschke es reconocido por haber administrado la primera inyección legal de eutanasia en el mundo en 1996, durante la vigencia del Rights of the Terminally Ill Act en Australia. A lo largo de su carrera ha desarrollado dispositivos para la muerte voluntaria, como la Deliverance Machine (hoy en el Science Museum de Londres) y ahora el Sarco Pod. Con sede en Ámsterdam, su organización Exit International promueve la discusión sobre el derecho a morir con dignidad desde una perspectiva tecnológica, científica y legal. Trás 12 años de desarrollo, el Sarco Pod fue diseñado en Holanda y Suiza, país donde la eutanasia asistida es legal, y opera mediante la liberación de nitrógeno, reduciendo el oxígeno y generando una pérdida de conciencia sin dolor.

Interfaces para la desaparición
El Sarco Pod se inserta en una zona intersticial entre la industria médica, la fabricación digital y el diseño especulativo. Su desarrollo implica el uso de impresión 3D de alta precisión, ergonomía avanzada y normativas legales rigurosas. También refleja un interés creciente por parte del diseño en explorar temas tradicionalmente considerados tabú, como la muerte o la autonomía del cuerpo, proponiendo objetos que articulan experiencias extremas en contextos controlados.
Cuerpos, cápsulas y ficciones
Aunque el Sarco Pod es pionero en su enfoque y diseño, existen antecedentes conceptuales y culturales de cápsulas asociadas a la muerte. En el ámbito de la ficción y el arte, se han imaginado dispositivos similares que ofrecen una muerte controlada y estética. Por ejemplo, en la película Soylent Green (1973), se presenta una escena donde los ciudadanos acceden voluntariamente a su muerte en espacios suaves, controlados y casi rituales. Además, instalaciones artísticas como The Thanatron o Euthanasia Coaster de Julijonas Urbonas exploran la muerte como performance o experiencia extrema provocada por diseño.
El nombre “Sarco” proviene de “sarcófago”, y el dispositivo fue concebido como una cápsula de doble propósito: tanto para facilitar la eutanasia como para servir de urna funeraria lista para el entierro. Según los diseñadores, el Sarco Pod es completamente biodegradable y puede ser utilizado como ataúd después de su uso, fusionando lo práctico con lo simbólico y permitiendo que el cuerpo permanezca en la cápsula tras el fallecimiento sin necesidad de traslado adicional si se opta por un entierro directo.


Muerte asistida, diseño asistido
El Sarco Pod encarna una paradoja: un objeto diseñado para morir, pero con la precisión y el lenguaje visual de un producto de alta gama. Su cápsula pulida, ergonómica y biodegradable, más que un dispositivo médico con forma de aparato nautico–deportivo o de nave interestelar, parece una pieza de diseño especulativo, una estructura para la desaparición.
Sin embargo, esa apuesta por el confort absoluto y la autonomía radical se enfrenta a una realidad desigual. En un planeta donde la mayoría muere sin acceso a salud básica o dignidad, el Sarco Pod aparece como una cápsula de privilegio: morir bien, pero solo si puedes permitírtelo. Convertir la muerte en una experiencia estética abre una conversación incómoda sobre quién tiene derecho no solo a vivir, sino también a elegir cómo desaparecer.
Porque quizás, en tiempos de incertidumbre, el verdadero lujo no es vivir más, sino poder decidir cuándo y cómo irse.
Información
Sarco Design
www.sarco.design
Referencias
Sarco Pod – Wikipedia
BBC News – Suiza aprueba el uso del Sarco Pod
Exit International – Organización de Philip Nitschke