Confinamiento: acentuar el diseño ecológico

Edward Hopper: Oficina en una pequeña ciudad (1953). Fuente: infobae.com

El año 2020, sin duda alguna, será recordado como un punto de inflexión en la historia de la humanidad debido al cambio en los modos de vida y de relación social provocados por la pandemia del coronavirus.

El distanciamiento social tal vez fue la medida preventiva que más incidió en las relaciones sociales al internar a las personas en sus residencias en el marco de la cuarentena y el confinamiento, lo que llevó a esas personas a realizar o intensificar ciertas actividades que normalmente no realizaban en sus viviendas. Las relaciones entre las personas se ajustaron a nuevos modos de comunicación marcados por la virtualidad y, también, la relación con los objetos se vio influida. Dentro de la nueva cotidianidad, muchas personas comenzaron a valorar la función y el uso de los objetos con los que cohabitan. Comenzaron a reconocer la presencia de sus objetos y el significado de éstos cobró relevancia en la nueva cotidianidad dándole una particular mirada al confinamiento: el objeto desnudo.

La pandemia del coronavirus llegó para quedarse y, aunque afortunadamente no significó que esos escenarios públicos desolados y cerrados al mejor estilo de las producciones hollywoodenses postapocalípticas se mantuvieran, si implicó un cambio en la manera de relacionarnos con las demás personas y con los objetos en los espacios que habitamos. Con mucha persistencia, el confinamiento se instauró en el imaginario colectivo como una manera de aislar al coronavirus y evitar su entrada a nuestros espacios.

El coronavirus afectó abruptamente a la proxémica y, tal vez, ello fue la razón por la cual se produjo el enorme impacto social y emocional. La manera como culturalmente ocupamos los espacios y nos distanciamos de las demás personas al interactuar en la vida diaria, es un hecho de suma importancia para el desarrollo personal y social.

Tendemos a establecer una distancia, de cercanía o lejanía, marcada por la existencia o ausencia de contacto físico cuando interactuamos con las demás personas u objetos que se encuentran en nuestro entorno. A nuestra propia conveniencia y, según las costumbres culturales, regulamos ese distanciamiento para la efectividad de nuestras relaciones.

La proxémica es una rama de estudio de la semiótica que se encarga de analizar las interacciones que hacemos con los entes de nuestro entorno en función del uso que hacemos del espacio personal y la distancia que mantenemos con esos entes. Fuente: Guerra-Pérez.

El coronavirus nos impuso un confinamiento hacia nuestro espacio íntimo; potenció nuestra permanencia en el territorio de la relación cercana, y nos incitó a estar muy atentos de poner unos claros límites para todo aquello que pudiera entrar a ese espacio. Lo mismo ocurrió con el espacio casual-temporal, donde todas las personas y objetos con los cuales compartíamos experiencias personales, pero no íntimas, se vio condicionado. A las situaciones y espacios relacionados con la amistad, el trabajo o el estudio también le pusimos un control de acceso y su perímetro se redujo drásticamente. Por su parte, el espacio social-consultivo donde no se puede hacer la interacción social, que nos aleja de los extraños y que nos otorga seguridad y libertad de movimiento, se expandió enormemente y se decretó como un espacio conveniente para dejar al coronavirus sin asidero. Finalmente, el llamado espacio público donde su límite llega hasta lo visible o audible, y que supone contactos triviales, amplificación de la voz y agudeza visual para interactuar con el entorno, se promovió como el espacio ideal para convivir con el coronavirus.

El manejo que hacemos de nuestro propio territorio o espacio personal y la distancia que mantenemos entre nosotros y lo demás al momento de interactuar es esencial para nuestra vida en sociedad; es un hecho cultural y, como tal, está mediado por las decisiones y particularidades de cada grupo social. Decretar de manera abrupta y condicional los nuevos límites y usos de la proxémica afectó nuestra psique porque implicaba replantear esos límites imaginarios de interacción social que, además, originalmente están establecidos por la propia naturaleza humana (y ya conocemos la reticencia y negaciones de nuestro cerebro a los cambios abruptos).

Por ello, el coronavirus (más allá de la afectación física y el lamentable deceso que puede producir) afecta la interacción humana, y ello representa un hecho de elevada trascendencia y atención, ya que la interacción constituye uno de los pilares fundamentales para el desarrollo personal y social de todo el mundo. Y la atención que se le debe prestar a este hecho recae sobremanera en el campo del diseño, ya que -en esencia- el diseño se encarga de facilitar las interacciones entre las personas y entre éstas y su entorno.  

La acción recíproca del ser humano con todo lo que está fuera de sí es lo crea la cultura, y el diseño como disciplina proyectual se centra en la eficiencia y eficacia de las interacciones humanas, en ello reside su esencia. El diseño facilita la interacción humana para el desarrollo y fortalecimiento de la cultura.

Estando, entonces, la interacción humana confinada a unas nuevas condiciones de espacio, se requiere que el diseño sea socialmente responsable enfocando sus actividades en la concepción y desarrollo de objetos adaptados a la ‘nueva normalidad’, generando formas útiles que les permitan a las personas convivir en el confinamiento provocado por el coronavirus.

Hoy en día, el confinamiento se ha flexibilizado y, favorablemente, ya no implica una estricta reclusión dentro los límites de los espacios donde vivimos. Sin embargo, el concepto que lo describe sigue vigente al suponer que una persona al hacer sus actividades diarias dentro de un espacio determinado, tendrá menores posibilidades de trasladarse de un lugar a otro y estará distanciada de los demás en pro de disminuir el contagio. Viendo a las personas biológicamente como vectores, es sensato pensar que mientras menos interacciones existan entre los agentes habrá menores posibilidades de contagio, por lo cual, las ideas de confinar, limitar, lindar, recluir, encerrar o cualquier otra que conlleve al distanciamiento entre las personas serán convenientes para los nuevos tiempos y eventuales pandemias que puedan surgir.

Hablar de un diseño para el confinamiento significa apuntar hacia estrategias de diseño que les permita a las personas realizar distintos tipos de actividades en un mismo espacio, que les permita reforzar las relaciones con los seres admitidos dentro de su espacio íntimo y personal, que generen conexiones emocionales con el entorno para sobrellevar los estados mentales de reclusión, que maximicen el uso del espacio de manera eficiente, que maximicen la interacción con los objetos y que propicien en la medida de lo posible el distanciamiento.  

Pero hablar de un diseño para el confinamiento realmente no es una idea nueva que surge en estos tiempos de coronavirus. Exponemos la idea de un Diseño Comparado como aquel diseño que surge de la correlación de distintas soluciones pre-existentes de diseño, en diversas áreas y para los mismos casos (dentro de una perspectiva funcionalista). Y valga esto para aclarar que el diseño para el confinamiento se viene desarrollando desde hace muchísimo tiempo en diversos sectores de la sociedad. Aquellas situaciones que requieren un tipo de confinamiento (temporal y voluntario) en un espacio reducido son soluciones pre-existentes que ya han abordado el tema y que su consideración sirve para estos nuevos tiempos.

Algunas personas, por decisión propia, deciden confinarse temporalmente en espacios determinados.
Fuente: istockphoto.com

El caso de un campista que se introduce en una carpa para pasar la noche; un navegante que debe vivir en su camarote por algunos días en alta mar; un viajero que realiza varias actividades en una casa rodante o que comparte por largas horas la cabina de un tren; el astronauta que vive y trabaja en una cápsula espacial; incluso, el presidiario que cumple su condena dentro de una celda por una buena parte del día (aunque no voluntariamente), entre otros, son todos casos donde una persona está confinada a un espacio y el bienestar emocional, la comodidad física y la eficiencia de sus actividades son esenciales para la estadía.

Por tanto, lo que ahora llamamos diseño para el confinamiento lo que debe es poner el acento en los conceptos o soluciones existentes que ya han tratado este tipo de confinamiento. Lo que debemos hacer para afrontar el presente es mirar lo que se ha hecho. A veces, regresar es progresar, y parece conveniente en estos momentos acentuar y adaptar el diseño para el confinamiento que ya ha sido exitoso.

En suma, reivindicamos algunos conceptos de diseño para el confinamiento. Acentuamos algunos enunciados que pueden tenerse en cuenta (individual o colectivamente) en los proyectos de diseño pertinentes con la nueva realidad provocada por el coronavirus y que busquen facilitar la interacción entre las personas y sus entornos.

Conceptos de diseño para el confinamiento:

1- Los objetos deben ser altamente persuasivos.

El experto en temas de persuasión Blair Warren[1], afirma que «las personas harán cualquier cosa por aquellos que refuerzan sus sueños, justifican sus fallos, alivian sus miedos, confirman sus sospechas y les ayudan a tirar piedras a sus enemigos». Para el confinamiento los objetos deben ser persuasivos, deben ser vistos como aliados que facilitan la interacción en los espacios. Deben adaptarse a las características de la nueva realidad, porque está claro que nos conectamos con aquello que entiende nuestras realidades y refuerza nuestros deseos. Los objetos deben ser predominantemente útiles y altamente empáticos, pues no tiene mucho sentido darle cabida a un objeto que solamente consume espacio y no ofrece algún tipo de utilidad.

BoConcept – Chiva: Mesa de centro funcional con espacio de almacenamiento diseñada por Morten Georgsen. Fuente: boconcept.com

2- Los objetos deben permitir la personalización.

La llegada del confinamiento fue repentina y la crisis económica y social afectó fuertemente la vida de muchas personas. El coronavirus hizo tambalear la estabilidad que proporcionaban ciertas actividades, métodos, costumbres e ideas que las personas consideraban como seguras en sus vidas diarias y que no pensaban cambiar.

Algunos optaron por adaptarse al cambio y muchos otros apuntaron a reinventarse para enfrentar el inesperado suceso. La crisis provocada por el coronavirus ha obligado a muchas personas a vivir en una constante transformación para sortear las situaciones personales, familiares o de trabajo, lo cual los lleva a tener nuevos intereses o a realizar actividades diferentes que implican cambios no sólo en los valores personales, sino también en los gustos y actividades.

Hoy en día, muchas personas se han transformado y el cambio continuo se ha convertido en un valor imprescindible. En la medida que un mismo objeto pueda adaptarse a las nuevas y cambiantes facetas de las personas su valor de uso se potenciará. El objeto que se puede personalizar ostenta una versatilidad muy preciada ya que puede acompañar a la persona en las diversas circunstancias pudiera afrontar. La reinvención consiste en modificar las conductas y un cambio de ese tipo se traduce en la creación de un nuevo yo. Si un mismo objeto puede reflejar esos cambios personalizándose a esos nuevos gustos o circunstancias, su pertinencia y utilidad será bien valorada. Además, la personalización es una buena estrategia contra la monotonía.

LampBoard: Concepto de lámpara personalizable compuesta por un trípode flexible y una pantalla sintética que permite escribir o dibujar lo que se desee y luego se puede borrar con un paño ligeramente humedecido. Diseño de Carolina Pérez y Omar Guerra (2020). Fuente: behance.net/LosNada

3- Los objetos deben afianzar las relaciones sociales.

Ya que el coronavirus nos impuso un confinamiento hacia nuestro espacio íntimo y personal, reforzar las relaciones con esas personas que pueden estar en nuestros espacios más cercanos es clave para la salud mental. Limitar el número de personas con las cuales nos reunimos es una medida con bastante sentido y es muy común en estos tiempos, por lo cual, los objetos que faciliten la buena interacción entre los miembros de esos pequeños grupos favorecerán el bienestar de todos.

Pongo es un juego de ping pong portátil y retráctil que se puede montar al instante y jugar en cualquier lugar que presente una superficie lisa, necesitando poco espacio. Diseñado por Stephan Copeland y producido por Umbra. Fuente: umbra.com

4- Los objetos deben ser transformables y modulares.

Los confinamientos demandan optimización en el uso de los espacios. El objeto que puede aumentar o disminuir su tamaño, o bien, que puede cambiar su forma para adaptarse a la diversidad de espacios y dimensiones facilita la eficiencia de las actividades que ahí se realizan.

El objeto estático en un ambiente que ahora demanda dinamismo puede provocar dificultades, impedimentos, atascos, obstaculizaciones, en suma, desaprovechamiento del espacio e ineficiencia en las labores que se realizan.

Los objetos siempre deben adaptarse a las personas y a los espacios. Lo contrario (que las personas y los espacios deban adaptarse a los objetos) supone costos mentales y económicos elevados que no conviene demandar en tiempos donde se busca maximizar los recursos y las actividades.

Mobiliario Pacman: El diseñador coreano Cho Hyung Suk ha imaginado una serie de módulos de madera, acero y tela inspirados en el mundo de Pacman. Este sistema transformable puede utilizarse para diferentes fines: mesa, silla, estantería, etc. Fuente: aa13.fr

5- Los objetos deben ser multifuncionales y multiuso.

Los confinamientos requieren un elevado aprovechamiento del espacio y una mayor posibilidad de realizar diversas actividades. Realizar, por ejemplo, tres actividades distintas usando tres objetos diferentes, no será tan eficiente como usar un solo objeto que permite hacer las tres actividades. La posibilidad de hacer diversas labores dentro del espacio de confinamiento tal vez es lo que determina su eficiencia, además, la libre movilidad dentro de esos espacios es esencial para el confort, por ello, no conviene ofrecer un objeto distinto para cada una de las actividades a realizar, ello supondría una saturación del espacio en desmedro de la comodidad y la eficiencia.

Movy es una silla multifunción diseñada por Artem Kravchenko de Metra Studio. Se puede transformar en una escalera y está pensada para la biblioteca de la casa o el vestidor, donde a veces se necesita llegar a los lugares más altos. Fuente: marvelbuilding.com

6- Los objetos deben ser durables.

El cese del funcionamiento de un objeto dentro del espacio de confinamiento representa un serio desajuste para las labores que se realizan. Cuando un objeto (o parte de él) falla, se descompone o se rompe, probablemente se generen condiciones de retraso, ineficiencia o inoperatividad, lo cual es un hecho adverso para la persona confinada que requiere llevar a cabo alguna actividad de ocio o trabajo.

El objeto que está diseñado para durar mucho tiempo le genera una clara sensación de confiabilidad a las labores que se realizan dentro del confinamiento, lo que, a su vez, les permitirá a las personas proyectar nuevas actividades a sabiendas que podrán alcanzarlas con el objeto en cuestión. Por ello, el objeto durable les confiere continuidad a las labores, evita contratiempos y le otorga una importante condición de confianza a las personas (lo cual es muy valioso para la psique de la persona confinada).

La durabilidad de un objeto, además de contar con un diseño estructuralmente estable, se consigue al seleccionar materiales resistentes (a la tracción, flexión, torsión, impactos, etc.) que disminuyan el nivel de falla, también con procesos de fabricación y tecnologías de altos estándares de calidad, asimismo, no ajustándose a tendencias o estilos efímeros, desarrollando una estética clásica o atemporal (logrando que la estética sea igual o superior a las cualidades técnicas), incluso, logrando una fuerte relación objeto-usuario (ya que no solemos botar los objetos con los cuales estamos conectados emocionalmente).

Vale, entonces, condenar la obsolescencia planificada -tanto técnica como estética- que se enfoca en diseñar el momento oportuno para que un objeto falle o deje de ser necesitado por las personas, y que implica un cambio o reposición constante de objetos solamente para mantener un mercado de consumo activo. Ello se entiende como una falta de ética en el diseño que no le suma a las soluciones contra la pandemia.

Silla Thonet Nº 14 (The Café Chair): Se fabrican desde el año 1859 y se han vendido más de 80 millones de unidades en todo el mundo. Sus icónicas formas están formadas por madera de haya dobladas a mano. Gracias a su bajo peso y a su legendaria resistencia, el diseño de esta silla se mantiene en el tiempo al punto que muchos modelos originales todavía de mantienen en uso. Fuente: ton.eu

7- Los objetos deben ser de fácil reparación y mantenimiento.

Si bien debemos propender a la durabilidad de los objetos, es entendible que éstos puedan fallar o disminuir su eficiencia durante su uso. No obstante, lo conveniente siempre será que el objeto se pueda reparar o mantener de manera sencilla.

Dentro del espacio de confinamiento, lo ideal será que el objeto lo pueda reparar o mantener la propia persona con herramientas básicas, comunes o caseras, lo cual significa que éste no debería demandar un alto nivel de formación o entrenamiento en la persona para poder hacerlo.

El objeto que se puede reparar o mantener por parte de las personas debe considerar en su diseño la posibilidad de desensamblaje y posterior ensamblaje. Para ello, es conveniente considerar la cómoda accesibilidad y manejo del objeto para realizar tales labores, para lo cual se deben tener en cuenta aspectos relacionados con el peso del objeto, sus dimensiones, la fragilidad, la peligrosidad o la toxicidad que pudiera provocar y establecer el menor número de operaciones posibles de (des)ensamblaje. De la misma manera, se deben facilitar (si es posible en el propio objeto) las indicaciones para el (des)ensamblaje considerando el orden de las piezas, las herramientas necesarias, las medidas de seguridad, entre otros. Asimismo, se debe procurar el uso de uniones físicas o mecánicas en vez de las químicas (garantizando que todas las uniones sean iguales, rápidas, accesibles y cómodas). Igualmente, se debe contemplar la autonomía de las partes eléctricas, mecánicas y de las carcazas para facilitar el acceso y tratamiento.

En el mismo sentido, es conveniente que el objeto se pueda mantener con un bajo uso o consumo de sustancias, utensilios o herramientas. Dentro del marco del confinamiento, es adecuado que el objeto presente superficies de fácil y cómodo acceso en las zonas de agarre para desinfectarlo y evitar los posibles contagios por contacto. Del mismo modo, evitar que el objeto sea llevado a un centro de reparación o mantenimiento, o evitar que una persona especialista entre al espacio de confinamiento, estará en consonancia con el distanciamiento social.  

Dentro de este apartado, un objeto que realmente se adapta al confinamiento es aquel que le da a la propia persona la posibilidad de prevenir el daño o deterioro del objeto al poder protegerlo, actualizarlo, mantenerlo o repararlo por sí mismo, permitiéndole usar un pensamiento intuitivo, herramientas caseras y a bajo costo.

La Bialetti Moka Express es una cafetera histórica de diseño clásico y simplicidad tecnológica. Está diseñada para hacerle un mantenimiento muy sencillo (solo agua y una toalla). Con el paso del tiempo, puede ser necesario sustituir el embudo, la placa del filtro o la arandela por el desgaste en el uso. La cafetera admite piezas de recambio genéricas (estándar) y lo puede hacer la propia persona. Fuente: bialetti.us

8- Los objetos deben ser de fácil y cómoda transportabilidad y movilidad.

El diseño, por naturaleza, es antropocéntrico. Pero más allá de la dimensión filosófica del término, los objetos deberían poder moverse o ubicarse en torno a las personas en la medida de lo posible. Los objetos deben ser vistos como acompañantes que se acercan a las personas para facilitarles la estancia y las labores en el espacio de confinamiento.

Las personas, al momento de realizar una actividad determinada podrían armar, a su gusto y conveniencia, su ‘espacio de trabajo’ acercando o acomodando solo los objetos requeridos para esa actividad (y luego reubicarlos) sin necesidad de estar desplazándose repetidamente para usar un producto que esté lejos de él.

La Lámpara Snap, diseñada por la danesa Marie Hesseldahl, se engancha cómodamente al borde de cualquier escritorio, estantería o armario. Su característica de clip ajustable y de pantalla giratoria la hace ideal para acompañar a la persona en diversas actividades. Fuente: gessato.com

Los ocho conceptos parecen bastante obvios no solamente para un estado de confinamiento, sino para el diseño de productos en general. Sin embargo, aclaramos que el confinamiento no requiere un diseño especial o exclusivo para sobrellevar la situación, ya que la pandemia del coronavirus no originó el confinamiento, solo lo acentuó y lo propagó. Vivir en confinamiento realmente es un modo vida que asumen algunas personas que tienen cierta predilección por los espacios íntimos y personales (sin caer en la agorafobia), por lo cual, solo se necesitan diseños útiles y pertinentes para cualquier situación de reclusión. Lo que debemos hacer es acentuar los buenos conceptos, principios o estrategias de diseño para facilitar las interacciones de las personas con su entorno. Si logramos concebir objetos para situaciones ‘extremas’ de confinamiento, éstos luego serán altamente eficientes en cualquier otra condición.

Para concluir, los ocho conceptos se pueden resumir en uno solo; dicho de otra manera, el diseño para el confinamiento tan solo requiere productos ecológicos que optimicen la relación de los seres vivos con el medio donde habitan. El buen diseño es ecológico, no solamente en el sentido de respeto a la naturaleza (que ya está contemplado en la esencia de cada concepto), sino en el sentido de hacer óptima la interacción entre personas, objetos y entorno. Por todo ello, el confinamiento debe acentuar el diseño ecológico.


[1] The one sentence persuasion course. 27 words to make the world do your bidden (2013)

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