El anillo para abrir la lata: de la serie de objetos perdidos

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[foto: Marcos André]

Buena parte de la historia de la humanidad puede ser narrada a través de las historias que cuentan los objetos. El uso de la tecnología y los procesos de fabricación van poniendo a la disposición nuestra una infinita cantidad de productos que se fusionan en la vida cotidiana, en las costumbres. Objetos y formas de uso que ya ni cuestionamos. Muchos de estos objetos, llenos de una importante cultura de uso, gestualidad y significado, han desaparecido.

El cenicero, como se describe en el texto No-Fumar: del diseño del glamour a la muerte, es uno de esos «productos que llegaron a formar parte del paisaje íntimo y cotidiano en las casas y que ahora se ocultan porque no se usan o porque tenerlos recuerda que fumar es una práctica letal y dañina». El cenicero fue en el hogar durante todo el siglo XX la referencia del espacio moderno, ocupando el centro de la mesa de la sala, el lugar de mayor socialización dentro de la familia. Todavía vemos automóviles y aviones viejos que llevan ceniceros empotrados para fumar en espacios cerrados.

Son los Objetos Perdidos de los que probablemente podamos aprender algo nuevo, porque fueron concebidos en un momento histórico y tecnológico particular. Albergan metáforas de uso que podrían alimentar las nuevas maneras de usar la tecnología. Son los testigos de los cambios culturales y la transformación de la técnica.

El progreso continuo en el que vivimos también va arrojando un significativo lastre de objetos que forman parte del acervo de la humanidad. Algunos de ellos como íconos de una cultura, otros simplemente creando situaciones peligrosas y nocivas que se suman a la terrible idea de las montañas e islas de materiales desechados en forma de objetos que alguna vez fueron utilizados.

Los anillos en las latas de refresco

El uso de un contenedor para la preservación de los alimentos fue un invento del francés Nicolas-François Appert en el siglo XVIII, «… el origen de los famosos enlatados, que para el momento eran más bien embotellados». Los alimentos enlatados son la competencia de la comida congelada en las sociedades industrializadas y han sido la solución de muchos problemas de la humanidad, con un monumental costo energético.

Cada objeto, producto o alimento, en ese infinito espectro de materiales y recursos, está cargado de información con la que se podría describir el mundo. Ya lo hizo de cierta manera Siegfried Gideon en 1948 con su libro Mechanization Takes Command, en un examen sobre la mecanización y sus efectos en la vida cotidiana. También, el ingeniero estadounidense Henry Petroski, en su libro The Evolution of Useful Things, narra historias de los objetos que usamos a diario y defiende la tesis que gran parte de la innovación de los productos es el resultado de los errores. Así, la gente se relaciona con la tecnología, la innovación y el diseño en todo momento, en todo lo que toca del mundo material. Cada uno de nosotros tiene alguna experiencia con ese espectro.

Este artículo comenzó con la imagen del anillo para abrir las latas de refresco. Para abrir la lata, se tiraba del anillo y éste se desprendía con una laja de metal de la tapa adherida al aro. Estos anillos formaban parte del ‘paisaje contaminado’ en las décadas de los setenta y los ochenta en las playas venezolanas y casi todas las playas del mundo. No tan corrosivos como otros residuos, como el de las baterías en la arena o los derrames de crudo en el agua, estos anillos en la playa cortaron más de un pie descalzo. Por suerte, hacia finales de los ochenta el mecanismo Easy-Tab (abre-fácil), un invento del ingeniero Ermal Fraz a mediados de siglo, fue mejorado hasta conseguir que el anillo no se pudiera desprender de la lata. Eso es lo que conocemos ahora, como si hubiese estado siempre ahí.

Con la historia de los procesos para meter una bebida en una lata y la evolución de estos pequeños sistemas para hacer la vida más fácil, descritos en 83 años de historia enlatada o en el detallado artículo de Rain Noe The Design Evolution of Beer Can Openings, se puede contar la evolución de la tecnología en los objetos cotidianos.

Otras historias menudas podrían formar parte de esta serie de Objetos Perdidos. Algunas directamente relacionadas con la cultura y el impacto de los artefactos en la vida de la gente. Otras que generan ruido por la manera como se presentan, como la proliferación de pequeñas ocurrencias en el campo de las manualidades y el bricolaje. Prácticas de la vida diaria de las personas con los objetos, que suelen mostrarse como asuntos del ingenio y que algunos promotores del diseño se empeñan en asociarlas al desarrollo de productos y al trabajo de los diseñadores. Esta distorsión en la descripción del trabajo de los profesionales del diseño se debe en gran parte a la persistente y fatal idea de conectar el diseño con la creatividad como característica única del trabajo que hacemos.

Así, el anillo que ahora siempre está pegado a la lata, quedará como un testigo de la evolución de un mecanismo. No solamente porque conservó su fantástica utilidad como invento, si no se necesitó modificar levemente el proceso de producción de la lata para una sustancial ganancia en términos de la preservación del medio ambiente. Otros, como los ceniceros, son las pruebas de una práctica que desapareció en beneficio de la salud de la humanidad.

Referencias

Giedion, Siegfried. Mechanization Takes Command. O.U.P., 1948.

Protroski, Henry. The Evolution of Useful Things. Vintage Books. New York. 1994

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