Objetos Liminales

Los objetos liminales señalan la frontera entre el pasado y el futuro, entre lo conocido y lo desconocido. Son objetos singulares y perturbadores que nos empujan a cuestionar nuestras convicciones y nuestras certezas, y nos recuerdan que es en los límites de los sistemas donde florece la creatividad.

Hay un delicioso pasaje en el libro “Eupalinos o el arquitecto” 01, escrito en 1923 por Paul Valéry, que narra la conversación entre Sócrates y Fedro sobre un sorprendente y revelador hallazgo. La anécdota ocurrió cuando Sócrates paseaba por la sinuosa orilla de un embravecido mar. Allí encontró «una de esas cosas que el mar arroja; blanca, de purísima blancura; alisada y dura y suave y liviana». Este singular objeto llamó la atención del joven filósofo desde el primer momento, dejando en suspenso sus anteriores cavilaciones. ¿Quién te hizo? es la pregunta que asalta insistentemente el ánimo de Sócrates. ¿El juego caprichoso de la evolución natural sobre algún tipo de organismo? ¿La obra de un hábil artesano de ultramar que persigue con sus propias manos un objetivo desconocido? El filósofo era incapaz de aventurar una respuesta definitiva ¿Osamenta de pez, caparazón de cangrejo o artefacto humano?

Cuando Fedro pregunta de qué materia estaba hecho el objeto, Sócrates responde: «De igual materia que su forma: materia de dudas» ¿Es fruto de la necesidad, o del puro y ciego azar? El filósofo no oculta su perplejidad y su inquietud. ¿Es el producto de la acción humana durante unos pocos días o el resultado de la incesante erosión de la sal y la arena durante un tiempo indefinido?

Sócrates explica: «Permanecí algún tiempo, y la mitad del otro, considerándola bajo todas sus caras. La interrogué sin esperanza de respuesta… Ya tan singular objeto fuera obra de la vida, ya del arte, o ya del tiempo y juego de la naturaleza, érame imposible distinguirlo… Entonces, de repente, echéla al mar».

He de reconocer que, en 1985, cuando leí este pasaje por primera vez, me quedé estupefacto. No podía comprender la actitud de Sócrates ¿Echarla al mar? ¿Desprenderse para siempre de un objeto fascinante porque en aquella playa no podía explicar su procedencia? Mi espíritu de naturalista rechazaba categóricamente esta actitud ¿Qué pudo ver el filósofo en aquel objeto para cancelar su presencia de manera tan radical? Fedro aventura: «Saltó el agua, y te sentiste aliviado». Sin embargo, no es tan fácil rechazar un enigma y Sócrates continuó su viaje hacia la exploración de los principios del diseño humano. Eso sí, ya sin la presencia incómoda de aquel singular objeto. Sin ningún género de duda, yo habría sido incapaz de desprenderme de un hallazgo tan enigmático, un objeto que aparecía en la frontera entre lo conocido y lo desconocido: un objeto liminal.

Los objetos liminales habitan en ese territorio complejo e incierto que se abre como un abismo entre dos reinos: el mar y la tierra, la infancia y la edad adulta, o las creaciones de la naturaleza y las obras de los hombres. Son objetos de frontera, que hacen de puente entre dos realidades y –esto es lo más significativo– señalan portales abiertos: la creatividad y la innovación florecen sinérgicamente en las fronteras de los sistemas, donde los vínculos que mantienen el patrón dominante son más débiles.

En el libro “En un metro de bosque” 02, del biólogo y profesor David George Haskell, hay otro inspirador pasaje donde el autor se encuentra una pelota de golf perdida entre los árboles. El capítulo se titula “La estrella de tierra” y habla también sobre la brecha entre la humanidad y el resto de los seres vivos. En esta ocasión no tenemos un objeto de naturaleza incierta, sino el sofisticado artefacto que un homínido juguetón, al que le gusta poner a prueba sus habilidades motoras, ha lanzado hacia el bosque. «Igual que una lata de cerveza tirada en un arroyo o un chicle pegado a la corteza de un árbol –comenta Haskell–, estas esferas de plástico parecen profundamente feas y fuera de lugar». Cualquiera de nosotros habría recogido la pelota de golf, evitando que la creación humana alterase el entorno natural originario. Haskell se plantea una estrategia diferente: dejar la pelota donde la había encontrado. Convierte así un artefacto industrial en un objeto liminal. Utiliza una esfera blanca para señalar la frontera que hemos construido frente a la naturaleza, y poner en evidencia que nuestro mayor defecto es la falta de compasión con el mundo, lo que también incluye al resto de los humanos.

La pelota, como el enigmático objeto de Sócrates, señala un portal hacia una nueva forma de pensar nuestra relación con la naturaleza. Viene a recordarnos que no existe diferencia entre la naturaleza y las obras humanas. Nosotros humanos somos naturaleza. Somos descendientes del entrelazado árbol de homínidos que empezó a crecer hace 6 millones de años, integrados en la red más grande de la evolución de los mamíferos, que se remonta a 210 millones de años, y que en última instancia es parte del flujo continuo de la vida desde hace 3.800 millones de años. Pero, a la vez, los objetos liminales señalan un límite, una frontera construida por tradiciones y sesgos culturales que operan sobre nuestra forma de ver y de estar en el mundo desde hace miles de años. Convicciones y creencias que han acabado por construir un muro entre los humanos y el resto de los seres vivos que habitan el planeta.

Los objetos liminales señalan las fronteras e impulsan la transformación mediante la identificación y la reformulación de nuestras creencias compartidas. Son objetos que ayudan a navegar con éxito por la transición. A lo largo de la historia del diseño, un buen número de objetos liminales han conseguido transformar nuestras suposiciones y nuestras certezas. Tal vez el más conocido sea la máquina de escribir Valentine, diseñada por Ettore Sottsass y Perry King para Olivetti en 1961. Este icono del diseño de color rojo brillante desafió los serios ideales funcionalistas para proponer una manera más flexible, creativa, ligera y desenfadada de trabajar en las oficinas. La Non Conformist Armchair de Eileen Gray (1926) es otro de esos provocadores objetos liminales que defendieron la libertad de movimiento y la voluntad de interactuar con los demás sin los convencionalismos del momento. Mediante una elegante y armoniosa composición asimétrica, Eileen Gray afirmaba su autonomía creativa y se distanciaba de los influyentes diseños de sus colegas masculinos.

Como afirman muchos expertos, nos enfrentamos ahora a la transición más importante que han experimentado los humanos a lo largo de su viaje evolutivo en nuestro planeta. Los desastres ambientales, sociales y económicos que tenemos por delante van a exigir que eliminemos todas las capas de abstracción que nos han desconectado de la naturaleza. Y no podemos hacerlo con las herramientas y los artefactos del pasado. Vamos a necesitar objetos liminales que nos empujen y nos recuerden el camino, que hagan de faros en medio de la tormenta que se avecina, que nos guíen entre la niebla.

Cada vez más estudios 03 nos advierten que la Sexta Extinción Masiva puede estar ya en marcha, esta vez causada en su totalidad por los humanos. Somos la única especie que tiene una elección consciente con respecto a nuestro futuro y el de la biodiversidad de la Tierra. ¿Cómo asumiremos esa responsabilidad?

El fantasma de Sócrates arroja el enigmático objeto al mar, tratando en vano de cancelar las evidencias. Pero gracias a ese arrebato, el filósofo toma impulso para desmantelar nuestras ideas preconcebidas. Haskell deja la pelota de golf donde estaba, a modo de testigo de nuestra falta de compasión y empatía con el resto de los seres vivos. Tal vez algunos reaccionen atesorando esos objetos liminales para utilizarlos como brújulas en sus futuras exploraciones. Otros, finalmente, seguirán su camino, negando que estaban ahí.

En cualquiera de los casos, todos nosotros necesitamos esas preciosas y fascinantes perturbaciones en la realidad para cuestionar nuestras certezas, y para recordar siempre que es en los límites de los sistemas donde habita la magia.


01 Paul Valéry (1923), Eupalinos o el arquitecto. Traducción de Josep Carner. Comisión de Cultura del Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos Técnicos, Galería-Librería Yerba, Colección de Arquilectura N.º 5, Consejería de Cultura del Consejo Regional, Murcia, España, 1982.

02 David George Haskell (2012), En un metro de bosque, un año observando la naturaleza. Traducción de Guillem Usandizaga. Turner Publicaciones S.L., Colección Noema, Madrid, España, 2014.

03 Robert H. Cowie, Philippe Bouchet and Benoît Fontaine (2022), The Sixth Mass Extinction: fact, fiction or speculation? Biological Reviews, 10 January 2022.

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