Seis relatos sobre el diseño industrial en Latinoamérica: 03 – Diseño Federal

RELATO 3: Juan Proserpi, DISEÑO FEDERAL

Diseñador industrial (UNLP 2015), enfocado principalmente en el desarrollo de productos metalúrgicos y mecánicos, actualmente es diseñador industrial en la fábrica de acoplados y remolques Lambert S.A ubicada en Concepción del Uruguay, Entre Ríos. Además, posee un emprendimiento propio, Proserpi Diseño Industrial, dedicado al diseño y desarrollo de productos para la industria náutica.

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Diseño federal

Juan representa un caso típico de diseñador industrial del interior del país que se recibió y volvió a su ciudad natal a ejercer la profesión. Antes de volver, trabajó en una empresa metalúrgica ubicada en José León Suarez (Buenos Aires) en donde debió adoptar un rol polifuncional para llevar a cabo un sinfín de actividades que nada tenían que ver con lo que para él era ´diseñar´. Principalmente menciona aquellas habilidades vinculadas a la gestión y la administración empresarial, aspecto que es recurrente entre los entrevistados y de los cuales se puede profundizar en la entrevista al diseñador Ángel Argüero, titulada ¿Cómo cobrar en diseño? Allí éste profesional pone en relevancia la necesidad de delimitar el alcance de las tareas que realizan los diseñadores cuando se insertan al mercado laboral, para lograr reconocimiento y no llevar a cabo roles que gradualmente desdibujan el verdadero aporte que tiene éste profesional para aportar.

A pesar de los puntos en común entre esa empresa y la actual (Lambert S.A), tales como: ser PYMES de origen familiar, del rubro metalúrgico y compartir el mismo mercado, la variable geográfica, o mejor dicho la cuestión territorial en un sentido amplio, es un aspecto que las diferencia, y que hace que el caso de Proserpi, sea valioso para comprender que no sólo hay un diseño industrial, sino que existen diversos diseños industriales de acuerdo a cada contexto específico.

Este caso nos sirve para abrir algunos interrogantes:

¿Hay diferencias entre diseñar en los grandes centros urbanos o en regiones más ‘periféricas’ de nuestro país? ¿Incide la ubicación geográfica en las cadenas de valor en las cuales puede intervenir un diseñador?.

Estas preguntas sirven para ilustrar el espíritu de esta entrevista y conocer algunas características del diseño llevado a cabo en este caso desde Concepción del Uruguay (Entre Ríos).

Originalidad relativa e innovación contextual

La innovación en su significado moderno es una nueva idea, pensamientos creativos, nuevas imaginaciones en forma de dispositivo o método. La innovación también se considera a menudo como la aplicación de mejores soluciones que satisfacen los nuevos requisitos, las necesidades no articuladas o las necesidades del mercado existente. (WDO, 2020).  

Esta definición deja en evidencia que la innovación se puede dar de diversas maneras, y que a su vez, definir que algo es ‘novedoso’, implica referenciarlo en tiempo y espacio. Es decir, la innovación es un fenómeno relacional, que siempre va a requerir que se defina: ¿Nuevo, para quién? ¿En dónde? ¿Por qué? La globalización y el funcionamiento de las cadenas de valor globales transmiten la sensación de un ‘estado del arte global’ que se transforma en punto de partida para el desarrollo de un nuevo producto. Sin embargo, «no habría que limitar la identidad [de los artefactos o los diseños gráficos] a los aspectos estético-formales, pues la identidad se manifiesta también y, sobre todo, en el tipo de problemas que surgen en determinado contexto» (Bonsiepe, 2011)

En el caso abordado en esta entrevista, Juan afirma que el «cliente siempre trae la necesidad o una referencia concreta», el punto de partida siempre es limitado y se busca mejorar en base a lo existente. En ese sentido, dice el entrevistado «creo que la principal diferencia que tenemos (los diseñadores) con los ingenieros, es la capacidad de pensar una solución desde la nada. No nos molesta esa incertidumbre, en cambio ellos necesitan partir de algo tangible para poder mejorarlo».

Por otro lado, la urgencia y las dinámicas del mercado interno hacen que los procesos de diseño sean cortos, porque tal como afirma este profesional «si no lo hacemos nosotros, lo hace la competencia», confirmándose una vez más como los imperativos sistemáticos del mercado rigen la práctica del diseño industrial en la actualidad.  

En suma, el caso analizado invita a establecer un vínculo distinto con la originalidad y con la tendencia del diseño de trabajar en el plano de lo perfectible. La innovación, en este caso, pasa por lograr que esa idea de producto, independientemente del origen intelectual de la misma, logre concretarse en este contexto específico. El valor que aporta el diseño, justamente, es lograr gestionar de manera eficiente esos recursos, para ser competitivos con economías como la china o la brasilera que son muy fuertes en este sector (acoplados e industria metalúrgica).

Diseño y crisis

María Sánchez, diseñadora industrial y mano derecha de Ettore Sottsass por más de 20 años, afirma que «el diseño industrial no sólo resuelve problemas, sino que detecta oportunidades en circunstancias diversas».A veces, esas circunstancias suelen ser crisis económicas y situaciones adversas.Este modo de pensar al diseño fue el que aplicó Juan, cuando la crisis económica impactó en la Argentina y mermaron las actividades en la empresa.

Por su parte Ángel Argüero, afirma : «Argentina es un país pendular desde el punto de vista económico, hay períodos de mayor estabilidad y otros de crisis”, y sigue “los diseñadores debemos establecer estrategias de subsistencia para sortear estos embates, y un camino puede ser justamente repensar el sistema de sustitución de pensamiento de importaciones, es decir, no pretender copiar los productos que provienen de afuera, sino repensar de qué manera podemos fabricarlos en Argentina con los recursos que tenemos».

Siguiendo esta línea de pensamiento, ante la crisis y con la necesidad de sostener una estructura tal como la de Lambert S.A, que le da trabajo de manera directa a aproximadamente 180 personas, fue necesario tomar decisiones estratégicas.

Se propusieron diversificaciones de productos (a pesar del fuerte reconocimiento que tiene la empresa en este rubro específico); se iniciaron cambios organizativos internos que mejoraron las condiciones de trabajo; se evaluaron opciones de internacionalización de sus productos; e incluso la impronta de empresa familiar que caracteriza a esta organización, llevó a evaluar la posibilidad de elaborar internamente un gran número de piezas y procesos productivos que actualmente se tercerizaban, y que implicaban vinculaciones con proveedores de otras provincias. Con respecto a esto, Juan agrega que «un rasgo característico de las empresas familiares transgeneracionales, es la pulsión a resolver integralmente el producto», es decir, hacer todo dentro de la empresa. 

Podemos decir entonces, que esa capacidad productiva ociosa fue una ventana de oportunidad para mostrar el potencial del diseño y hacer un replanteo basado en los recursos tecnológicos con los que contaba la empresa. En este sentido, Beatriz Galán afirmaba que: «el diseño no garantiza ventas, pero puede hacer que una unidad productiva mejore su posicionamiento por vía de utilizar y conocer mejor sus recursos» (2008:70).

Durante tiempos de mayor estabilidad, las tareas de este joven diseñador, están más vinculadas a una gestión de la producción. «Mi función es hacer un seguimiento del proceso productivo, pero además de resolver los aspectos tecnológicos, debo pensar en que la persona que utiliza ese acoplado, es decir el usuario final, pueda percibir la funcionalidad del producto». 

De manera transdisciplinaria el equipo integrado por Juan y por ingenieros de distintas especialidades, se encarga del diseño, desarrollo y simulación funcional de los productos, que al igual que el caso de Bernardo, tienen un alto proceso de normalización, ya que se trata de unidades de transporte que deben amoldarse a reglamentaciones específicas para poder circular. En relación a esto, vale mencionar, que, según cuenta Juan, fue difícil desde el comienzo la inserción y el reconocimiento del diseño industrial por parte del equipo de ingenieros. Éstos desconocían el alcance y las incumbencias de ésta disciplina, lo cual hizo necesario que ese espacio sea adquirido por medio de resultados concretos, que mejoraron los procesos productivos, y que no se limitaron sólo a trabajar la variable simbólica del producto desde la mirada ‘styling’. Esto es muy valioso ya que se trata de un rubro en el cual los productos adquieren una apariencia robusta, mecánica y técnica y cuyos usuarios aprecian cualquier tipo de intervención formal alternativa como un signo de mejor calidad.

Esta situación de no reconocimiento se repite con frecuencia en todas las charlas, una especie de falta de reconocimiento ‘hacia afuera’, es decir para con otros actores y disciplinas, y ‘para adentro’, es decir, entre los propios diseñadores, qué incluso al llevar a cabo tareas diversas que se alejan del imaginario colectivo del diseñador, llevan a pensar que incluso como afirmó uno de los entrevistados en relación a su trabajo, «siento que lo que hago no es diseño industrial».

Emprendimiento y observación sensible del contexto

Es sabido, que el contexto proyectual en el que surge cada diseño, está compuesto por actores y factores diversos y parte de la tarea del diseñador es justamente, articularlos para que trabajen de manera sinérgica. Este contexto es determinante para la materialización del producto.

Siguiendo a Leiro (2008:25) el pensamiento estratégico le permite al diseñador navegar por la red, detectar conexiones, los signos y los rituales, dialogar con los actores humanos y artificiales, así como negociar con las entidades privadas, públicas, políticas y comunitarias.

Este diseñador radicado en Concepción del Uruguay, comenta que ejercer el diseño desde esas latitudes, también dio lugar a conocer y dar respuestas a actividades y cadenas de valor propias de esa región. Puntualmente comentó el caso de un producto desarrollado para la industria avícola, de gran peso en esa región. Se trata de un sistema de calefacción desarrollado para granja Tres Arroyos, que le permitió a esta empresa optimizar un 70% el consumo de energía para el funcionamiento de sus incubadoras.

Fue así, que analizando su contexto cercano, siguiendo la sugerencia de un amigo que estaba inmerso en el mundo de la industria náutica,  y replanteando los recursos con los que contaba en base a la extensa red de proveedores con los que había establecido relación en Lambert, Juan comenzó con su emprendimiento propio Proserpi Diseño Industrial, dedicado al diseño y desarrollo de insumos para la náutica, con el cual de manera gradual, logró instalar un producto en el mercado (“brackets para motores de lancha”) que según cuenta él «es el puntapié inicial para comenzar a desarrollar un nicho que no está cubierto actualmente desde la industria nacional».

Esto, coincide con la afirmación de Margolin en relación a los diseñadores-productores:

«Hoy los diseñadores-emprendedores pueden hacer más que desafiar al sistema de producción industrial: pueden establecer en él sus propios nichos. El mercado está listo para el resurgimiento de pequeños diseñadores-emprendedores que trabajen por fuera del sistema productivo principal, tal como intentaron hacerlo los diseñadores del movimiento Arts and Crafts a fines del siglo XIX. Pero hoy, el foco de dicha práctica no está puesto ni en la producción artesanal decimonónica ni en los conceptos de la tecnología intermedia de los sesenta y los setenta. Por el contrario, los diseñadores-emprendedores harán uso de la tecnología más avanzada para modelar, hacer prototipos, fabricar y distribuir nuevos productos». [1] 

En fin, tener una visión ampliada de los recursos, debe servir para que los diseñadores puedan generar asociaciones creativas que aprovechen dichos recursos, entendiendo al diseño como un hecho posibilitante de nuevas realidades. A su vez, los diseñadores industriales ponen al ser humano en el centro del proceso, y  están en una posición única para unir diversas disciplinas profesionales e intereses comerciales. (WDO, 2020).  Esto permite pensar, que el diseñador tiene la oportunidad de poner en diálogo a los actores y factores constitutivos de un ecosistema emprendedor determinado, logrando vinculaciones asertivas e identificando diversos niveles de afinidad para establecer alianzas estratégicas en base a poder visualizar a cada actor, como un usuario mismo del ecosistema.  

Debe pensar al producto-sistema en términos de metaproyecto (Leiro, 2008) de tal manera que puedan apalancarse en estas estructuras preexistentes, alinearse estratégicamente a ciertas visiones compartidas, y hacer una lectura entre líneas de cuáles pueden ser los sectores que puedan ser relevantes a sus propuestas y de algún modo, no sólo pensar en la creación de una nueva empresa, sino en la articulación de las empresas existentes. 

[1] Margolin, 2012. Recuperado de https://foroalfa.org/articulos/el-disenador-como-productor

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